Observé
el teléfono, perpleja y lo volví a guardar en el bolsillo de los pantalones.
Enseñé mi placa en recepción, y busqué con la mirada el ascensor, lo localicé y
me dirigí hacia este. Pulsé ligeramente el botón que marcaba un ocho
ligeramente bordeado, hasta que se iluminó con una luz blanca que tiraba a
amarilla.
El elevador subía lentamente, lo que me resultó
extraño es que no lo hubieran llamado en ninguno de los pisos y eso que era uno
de los hoteles más concurridos de Londres, uno de los más conocidos
mundialmente. La pequeña pantalla electrónica apareció un 8 y las puertas se
abrieron hacia los lados. Salí lentamente del ascensor, mientras que este se
cerraba lentamente detrás de mí. Volteé mi cabeza hacia la derecha y no vi mas
que un mero pasillo, la giré hacia el lado contrario y pude observar como había
un ligero barullo aunque supongo que conforme me acercaría se volvería mas alto
su volumen.
Me
dirigí hacia la izquierda y anduve lentamente, mientras avanzaba el sonido de
murmullos y flashes aumentaba considerablemente por lo que me había dicho
Robert habría mucha prensa. Al llegar, me deslicé por debajo del cordón
policial y mostré mi placa. Traté de encontrar a Robert y, ahí estaba, con el
pelo negro y la piel blanca, por eso a veces le llamaba Blancanieves para
fastidiarle aunque luego no se pareciera nada a una princesa de cuento de
Disney, era musculoso, poseía espalda de nadador y no tenía cordura.
Golpeé
ligeramente la espalda de mi compañero, que volteó la cabeza y me observó:
-
¡Sophie!
-
¡Robert! – nos
dimos un abrazo. Al lado suyo estaba Margaret, con una carpeta azul marino que
sujetaba entre las manos.
-
Margaret, - le
llamé y giró la cabeza hacia mi - ¿Quién es la víctima?
-
Se llama Byron
Ryman, 32 años, era una estrella en un Real World.
-
¿El reality? –
Pregunté
-
Si, ¿Lo has
visto?
-
Me suicidaría
antes de ver un programa de ese tipo. Bueno, y ¿Cómo falleció?
-
La puñalada que
tiene en la espalda determina que falleció por esta, los golpes en la cabeza
son postmortem. Basándome en la temperatura del cuerpo diría que falleció entre
las cuatro y las siete de esta mañana
-
¿Sabemos algo del
asesino? – Pregunté aunque podría no haber nada relacionado con el verdugo
-
Era más alto que
la víctima por la dirección de las incisiones que se dirigen hacia la parte
inferior del cuerpo, por tanto diría que rondaría el metro ochenta, como mínimo.
-
¿Tenía
familiares?
-
Sí, una hermana, ya
está de camino.- me respondió Robert
-
¿Alguna persona
vio lo ocurrido?
-
De momento no hay
testigos, estamos intentando conseguir el vídeo de las cámaras del banco que
había en la esquina, haber si captó al asesino.
-
OK, informadme
cuando sepáis algo nuevo. Nos vemos a las diez en comisaría.
De
camino a casa, para desayunar cualquier cosa antes de desmayarme en Scotland
Yard, pensaba en como sería perder a mi hermano, por muy trasto que fuera y por muchaa veces que nos pelearamos era mi hermano y le quiero. Aparqué el Hyundai que me daba la policía, era negro y ya
le quedaría poco para jubilarse, pero bueno, posicioné el vehículo
correctamente en la plaza quince del primer sótano. Saqué las llaves y las
guardé en el bolsillo derecho de la gabardina.
Llegué
al ascensor y esperé ya que estaba en el piso treinta y dos, saqué el móvil
para mirar la hora y ver que eran las nueve, tenía todavía tiempo de sobra. Se
oyó un ligero pitido y supuse que el elevador ya estaba aquí, las puertas de
desplazaron hacia los laterales y marqué el piso diecisiete que se iluminó.
Ya
en mi planta, busqué las llaves en el bolsillo izquierdo pero no las encontré
por tanto traté de encontrarlas en el derecho y, en efecto, ahí estaban las
malditas llaves, la verdad, no sabía como lo hacían pero siempre conseguían
desaparecer. La inserté en la cerradura dando dos vueltas y media y al oír el
click se abrió ligeramente tendiéndola que empujar posteriormente para pasar
Me
quité la gabardina y la deposité en el sofá color crema que se encontraba en el
salón nada más pasar al piso, llegué al cuarto de baño donde se encontraba una
ducha con las paredes de cristal, se me vino a la cabeza la escena de ‘Psicosis’
de Alfred Hitchcock, ya que la película la habría visto veinte mil veces porque
era una de las favoritas de mi hermano pequeño y de cuando teníamos unos 13
años siempre me pedía para verla con él por si le daba miedo, mi hermanito se
llama Greg y tenía 10 años cuando se enganchó a la película, a mi no es que me
gustara, pero tampoco me desagradaba, aunque con todas las veces que la había
visto ya estaba un poco harta.
Los
momentos en los que me duchaba con agua caliente, eran los momentos en los que
mi mente descansaba de tantos asesinatos y la muerte alrededor todo el rato,
era como si el vapor se llevaba todos los problemas para no volver, era como
estar en una nube, pero que al volver a trabajar se tornaba niebla, oscura y
espesa.
Apagué
el grifo, salí y cogí la toalla que estaba colgada en un gancho situado a la
derecha de la puerta de la ducha, me la enrollé y me miré en el espejo, cogí el
cepillo de pelo y el acondicionador para desenredarlo un poco, ya que si no el
dolor sería tremendo con un pelo como el mío y sin desenredante. Apreté el
spray, extendiéndolo por todo el cabello y posteriormente me lo cepillé hacia
atrás para que no me molestara a la hora de hacerme la raya. Abrí el armario
situado a la derecha del espejo y saqué mi neceser, busqué entre todo lo que
había ahí para sacar el eyeliner negro que me encantaba y me hice la raya por
encima del ojo lo más fina que se podía pero que se notara ligeramente.
Salí
del cuarto de baño, y me dirigí a mi habitación para buscar la ropa que me
pondría, al final me decidí por una camiseta blanca y los pitillo que había
llevado antes (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=94446106&.locale=es).
Volví a entrar al baño para secarme el pelo ya que con el tiempo que hacia hoy
me iba a coger una pulmonía.
Cuando
me disponía a salir, cogí las llaves y la gabardina (http://www.polyvore.com/cgi/set?id=94447337&.locale=es),
cerré la puerta sin dar mucho portazo ya que mi vecino de en frente es, como
decirlo, insoportable. Llamé al ascensor que tardó poco en bajar porque estaba
un par de pisos más arriba. En él bajaba Louis, un chico muy guapo, moreno con
ojos azules, pero solo lo conocía de hola y adiós, el tenía veintidós años y yo
tenía veintiséis.
-
¿Bajas?-Le
pregunté
-
Si-Me respondió
mostrando su bonita sonrisa
-
¿Te gustaría
salir mañana a cenar comigo?-Me preguntó sonriendo de nuevo
-
No creo que
pueda, ahora tengo un caso bastante importante.-Respondí
-
¿Un caso? ¿Acaso
eres policía o algo?
-
Sí, o sea me
invitas a cenar y no sabes en que trabajo, vamos bien.
-
Ya lo sabía, -
respondió sacándome la lengua – en Scotland Yard, lo dijiste en una reunión de
vecinos. ¿Entonces te viene bien mañana?
-
No se, dame tu número
y mañana por la mañana te llamo y te digo algo – Sonrió
-
De acuerdo, dame –
y me quitó el móvil, pero vio que tenía contraseña y me lo devolvió para que se
la pusiera, lo cogí, la escribí y se lo devolví sonriendo, tecleó su número y
lo guardó – Ahí tienes. – me respondió devolviéndome el IPhone.
-
Creo que ya hemos
llegado, hasta luego – le dije
-
Hasta luego – me respondió
haciendo un teléfono con las manos y llevándoselo al oído mientras mi guiñaba
un ojo.
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Aquí teneis el segundo capitulo, ya sabéis si os gusta comentar o decídmelo por twitter (@Britishswag69). El chico me he inspirado en Louis Tomlinson I know I know, pero es que le iba a poner Steve al chico pero es que el nombre no me llamaba la atención por eso he puesto Louis porque el nombre me gusta.
La verdad es que la historia pinta bastante bien... Siguela pronto ;). Un beso!
ResponderEliminarQue mono louis!!! Jajaja que de pronto no te hable a pedirte que cenes con el.... Hay un gran avanceee, me encantaaa!!
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